martes, 18 de junio de 2013

Deterioro



 Juan se fue corriendo en busca del abuelo como cada día, cuando soltaba la cartera. Las historias de él le entretenían, llenaban de intriga y curiosidad su cabeza infantil. Los gnomos, piratas y dragones cobraban vida en boca del anciano. Era fácil imaginárselos con detalles y entonces el pequeño se introducía con entusiasmo en el mundo fantástico que creaba con ellos.
 Un día llegó como de costumbre y encontró al abuelo extraño, con los ojos desorbitados, la boca torcida, gritando a sus personajes. Iba tras ellos con el bastón en alto. El niño se asustó y buscó rápidamente a su mamá.
 Desde entonces se acabaron las historietas. El abuelo tenía que descansar.

viernes, 17 de mayo de 2013

En el tren



A las 8 de la mañana el tren emprendía la marcha con normalidad. Más tarde apareció el revisor, que iba de un asiento a otro con cara entre taciturna y detectivesca. Cuando me tocó el turno y llegó al mío, su mirada deambulaba desde el número de mi asiento y el billete hasta su libreta de apuntes de forma repetitiva.Llegué a pensar: ¿Qué tendré mal? Parecía que me dedicaba demasiado tiempo. Había sacado el billete por internet y me entraron dudas. Luego observé para tranquilidad mía que los demás pasajeros disfrutaban del mismo privilegio. ¡Qué descanso!
No suelo reparar en los revisores, casi ni los veo. Pero éste sí que llamó mi atención. ¿Qué le pasaba? Cabizbajo y nervioso, miraba en todas las direcciones menos en la que estaba la persona que tenía delante.
Cuando salió del vagón la tranquilidad volvió, abrí mi libro y comencé a leer. Como tres horas dan para leer y divagar, cuando me cansé de la lectura, cogí mi libreta y bolígrafo dispuesta a escribir algo, cosa que hago con frecuencia, entonces la imaginación, acogiéndose a la libertad que le di, se puso inmediatamente a trabajar. Este hombre ha dormido mal, y tiene mucho sueño, por eso se mueve tanto, para no dormirse. O lleva poco tiempo en el trabajo y todavía no lo ha asimilado totalmente, o quizás tenga problemas familiares y le pueda la preocupación.¿Le habrán informado de que podría llevar un pasajero peligroso huído de algún lugar?
La última suposición era la que más fuerza iba tomando segun pasaban los minutos, y como la situación comenzaba a tomar un cariz dramático, mis nervios se alteraban cada vez más, cerré la libreta, guardé el bolígrafo y reanudé la lectura en espera del final.
Al llegar a la estación observé como las prisas, abrazos, besos, maletas y pasajeros se hicieron una amalgama que desplazaron mis temores y que en cinco minutos se hizo un vacío y silencio sepulcral en la estación. ¡Qué contrariedad! De lo que mi imaginación sospechó en último lugar, nada había pasado, que no quiere decir que no pueda pasar...


























domingo, 21 de abril de 2013

INFANCIA ( microrrelato)

¿Puedo quedarme con sus juguetes?

Se oyó la voz infantil de Juanito preguntando a su tía.Te lo digo porque Pedro ya es grande y pronto no jugará con ellos.

La mujer, sorprendida, con los ojos llenos de lágrimas, le dice: Pedro seguirá jugando muchos años con ellos, muchos... toda su vida.

Al chico se le iluminó la cara de alegría. Seguiría jugando siempre con él y con aquellos magníficos juguetes que tanto les divertían. Entonces su tía se acercó a él y acariciándole la cabeza con ternura, le susurró al oído: pero tú, Juan, tienes mucha suerte porque te harás mayor algún día.

miércoles, 3 de abril de 2013

EVIDENCIA

Veo junto al reloj unos números grabados en su piel y los escalofríos invaden mi cuerpo. Nunca se los había visto. Él se había encargado de ocultarlos con sus mangas largas, apagados de luces y rodeos para ver la hora.
 Y ¿Por qué cuando decidimos casarnos me dejaba verlos sin comentarios?
El banco donde trabajo había sido atracado unos meses antes y al declarar lo que sucedió a la policía, estaba tan asustada que se me olvidó comentar que uno de los encapuchados al girarse dejó un momento al descubierto el brazo izquierdo y vi unos tatuajes que parecían números.
 Recordé su comentario: " Has hecho bien en no decirlo". Ahora lo veía con claridad. Busqué su mirada y me sonrió. Entonces adiviné qué era lo que quería comprar.

viernes, 1 de marzo de 2013

LA GÁRGOLA




                                                      

 Como todos los días de lluvia la pequeña de seis años llegaba del colegio con la capa y la capucha de paño negro completamente empapada de agua. El colegio de las Josefinas estaba muy cerca de la casa, en la plaza de S. Martín, y su madre no comprendía como podía ir con tanta agua encima.
¡Es que llueve mucho! Decía la niña. Pero lo que no podía sospechar la madre es que cuando salían varias niñas del colegio con esa alegría irresponsable propia de la edad, dando un gran rodeo, subían por la calle de los quesos, pasaban por la Plaza Mayor, S. Esteban, hasta llegar a la catedral.
 Ya allí cada una tomaba posición debajo de una gárgola y a ver quien era la que ganaba aguantando más, el fuerte chorro de agua que el animal vomitaba por su boca.
 Por supuesto que nuestra pequeña a pesar del escozor doloroso que le producía el chorro en la cabeza casi siempre ganaba y se iba tan feliz para casa, tan feliz que la bronca de la madre no la afectaba demasiado y mientras la escuchaba estaba pensando cuándo llegaría otro día de abundantes y generosas lluvias.

jueves, 14 de febrero de 2013

DESENCANTO



                                                              DESENCANTO


  


     El maravilloso viaje que le habían prometido sus familiares si aprobaba todo, era el motor que le animaba a estudiar a Carlos. No pasaba día sin que pensara en la playa que iba a conocer, veía sus pies hundidos en la arena cálida y callaba. Cuando estaba cansado o encontraba dificultad se acordaba del premio que le esperaba y se esforzaba al máximo. Él seguía callado nunca hablaba del tema en casa, tampoco con su amigo. Se lo reservaba para sí, lo saboreaba solo, no quería ensuciarlo con palabras.
 Superó el curso con tenacidad, nunca antes había tenido tan buenas notas. Esperó inutilmente en silencio, como era habitual, el cumplimiento de la promesa. Nadie se acordó. La desilusión se apoderó de él y el abismo lo engulló inesperadamente ante el desconcierto de los que le rodeaban.

jueves, 24 de enero de 2013

TERTULIA


                                                        

 

Sonaba con insistencia el timbre de la puerta, Juan se levantó rápidamente, salió al pasillo y la abrió. Ante él estaba un policía desencajado, tan nervioso que apenas podía hablar y le dijo: “Señor…siento…decirle…que desde una ventana de esta casa, hace un momento, se ha tirado una niña”. Si le hubieran echado un cubo de agua helada encima no le habría causado tanta impresión, se quedó como una estatua, sin poder decir nada.

Todo había comenzado en esa tarde de sábado cuando un grupo de amigos celebraban el cumpleaños de Juan, en su casa. Desde la infancia existía entre ellos un compañerismo que desembocó en fuertes lazos de amistad, y sobrevivió a la difícil etapa de la adolescencia, al olvido de la separación y al paso del tiempo, que ha llegado hasta hoy reforzada desde que se incorporaron al grupo esposas e hijos.

Los chavales, de edades parecidas, compartían juegos y peleas en la habitación de los pequeños anfitriones, las risas y voces se oían como música de fondo, tan familiar para sus jóvenes padres, que inmersos en la agradable tertulia, de pronto vieron como uno de los niños interrumpía gritando, con los ojos llenos de lágrimas:

––  ¡Mamá! ¡Papá! ¡Verónica quiere ser pájaro! Al ver que nadie se movía, gritó con más fuerza ¡Qué quiere ser pájaro!

––   ¡Pues que sea pájaro! A ti ¿Qué más te da? No os peleéis por tonterías y dejad de molestar.

El niño, la cara llena de sorpresa, con la boca abierta, dando saltos, se resistía a salir de allí. El padre se le acercó, le acarició la cabeza para tranquilizarle pensando que lo que tenía era una rabieta y con la mirada le invitó a salir, después, se dio la vuelta e ignorándole continuó la conversación  con los amigos. No había pasado mucho tiempo cuando en la habitación de los niños se empezó a oír una gran algarabía, seguida de muchas carreras por el pasillo que se interrumpieron por el timbrazo que sonó en la puerta de la casa.

Y así fue como se abrió un abismo entre ellos, se rompió la comunicación para evitar reproches, las parejas se aislaron y extrañamente también cada individuo, no querían mirar atrás para no recordar.