viernes, 1 de marzo de 2013
LA GÁRGOLA
Como todos los días de lluvia la pequeña de seis años llegaba del colegio con la capa y la capucha de paño negro completamente empapada de agua. El colegio de las Josefinas estaba muy cerca de la casa, en la plaza de S. Martín, y su madre no comprendía como podía ir con tanta agua encima.
¡Es que llueve mucho! Decía la niña. Pero lo que no podía sospechar la madre es que cuando salían varias niñas del colegio con esa alegría irresponsable propia de la edad, dando un gran rodeo, subían por la calle de los quesos, pasaban por la Plaza Mayor, S. Esteban, hasta llegar a la catedral.
Ya allí cada una tomaba posición debajo de una gárgola y a ver quien era la que ganaba aguantando más, el fuerte chorro de agua que el animal vomitaba por su boca.
Por supuesto que nuestra pequeña a pesar del escozor doloroso que le producía el chorro en la cabeza casi siempre ganaba y se iba tan feliz para casa, tan feliz que la bronca de la madre no la afectaba demasiado y mientras la escuchaba estaba pensando cuándo llegaría otro día de abundantes y generosas lluvias.
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Soy de fuera ¿En qué ciudad ocurrió tan ocurrente travesura?
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