martes, 18 de junio de 2013

Deterioro



 Juan se fue corriendo en busca del abuelo como cada día, cuando soltaba la cartera. Las historias de él le entretenían, llenaban de intriga y curiosidad su cabeza infantil. Los gnomos, piratas y dragones cobraban vida en boca del anciano. Era fácil imaginárselos con detalles y entonces el pequeño se introducía con entusiasmo en el mundo fantástico que creaba con ellos.
 Un día llegó como de costumbre y encontró al abuelo extraño, con los ojos desorbitados, la boca torcida, gritando a sus personajes. Iba tras ellos con el bastón en alto. El niño se asustó y buscó rápidamente a su mamá.
 Desde entonces se acabaron las historietas. El abuelo tenía que descansar.

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