Veo junto al reloj unos números grabados en su piel y los escalofríos invaden mi cuerpo. Nunca se los había visto. Él se había encargado de ocultarlos con sus mangas largas, apagados de luces y rodeos para ver la hora.
Y ¿Por qué cuando decidimos casarnos me dejaba verlos sin comentarios?
El banco donde trabajo había sido atracado unos meses antes y al declarar lo que sucedió a la policía, estaba tan asustada que se me olvidó comentar que uno de los encapuchados al girarse dejó un momento al descubierto el brazo izquierdo y vi unos tatuajes que parecían números.
Recordé su comentario: " Has hecho bien en no decirlo". Ahora lo veía con claridad. Busqué su mirada y me sonrió. Entonces adiviné qué era lo que quería comprar.
Hola Fernanda,tienen que entrar en tu blog y hacerse seguidor tuyo,un abrazo.
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