lunes, 12 de enero de 2009

BAJO CERO

Frío, mucho frío. Por los brazos, piernas,es decir por todo el cuerpo, era una corriente profunda, heladora que agarrotaba mis nervios, mis músculos. Siete bajo cero. Nevada intensa. Como los inviernos de antes. ¿ No se estaba calentando la tierra ?
Para mitigar: tertulias con los amigos en acogedoras y caldeadas chimeneas, bebidas calientes, indumentarias múltiples superpuestas. Así pasaba la tarde y así tambien llegó la noche.
De pronto un pensamiento me invade ¿ Y los que viven en la calle? Y al frío se une un desasosiego inmenso ¿Dónde están?
Recuerdo que una noche de estas, vi a una persona arropada con una manta durmiendo en el habitáculo de un cajero, de los que sólo se puede entrar con tarjeta, la luz era intensa pero el frío menor y dormía profundamente. ¿Y los demás?
Cuando fuí a la cama me sentía triste. ¿Qué podía hacer?
Estos pensamientos me rodeaban, aguijoneaban y me impedían conciliar el sueño.

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